En los últimos años, el sector avícola colombiano pasó de cierta prevención inicial a considerar el bienestar animal como una variable más de la productividad.
Tanto la asociación gremial que los representa como los principales productores avícolas de Colombia por separado, están afrontando de manera proactiva la tendencia mundial que propugna por la producción ética de alimentos de origen animal. Así lo concluyen expertos como el zootecnista Ricardo Mora, del capítulo latinoamericano de Protección Animal Mundial (WAP, por sus siglas en inglés).
Mora viene gestionando, con el apoyo de la Federación Nacional de Avicultores de Colombia (Fenavi) y los gremios responsables de la producción porcina y bovina, un acercamiento con el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural para proponer un marco regulatorio del bienestar animal en la agroindustria colombiana.
“Nos hemos reunido y hay una agenda de trabajo. Esperamos que muy pronto el ministerio convoque oficialmente a la conformación de la Comisión Nacional de Bienestar Animal para pensar entre todos cómo se aterriza ese tema en Colombia, en consonancia con las exigencias globales pero teniendo en cuenta las condiciones propias”, explicó.
Por parte de Fenavi participan en estas aproximaciones representantes de la dirección técnica gremial. En este proceso se destaca también la vinculación de la academia, en especial, de la Universidad CES, considerada la primera en el país en debatir y estudiar la temática del bienestar animal en el sistema productivo pecuario. Precisamente, esta institución de educación superior, con sede en Medellín (noroccidente), organizó para el mes de junio la realización de su segundo simposio internacional sobre el tema, único en el país.
El primer simposio tuvo ocasión en 2013 y se espera que desde el presente año se institucionalice como un evento bienal; tanto la primera como la segunda versión han contado con el auspicio y acompañamiento de Fenavi. Uno de los organizadores de este certamen académico de actualización es el médico veterinario Juan Carlos Pareja, coordinador del pregrado de Medicina Veterinaria en CES, quien conoce de primera mano los avances recientes en bienestar animal en la avicultura colombiana.
No choca con la productividad
“Aunque hay mucho por hacer, es bueno observar que los avicultores están entendiendo que el bienestar animal va más allá de la ética en el trato hacia los animales y también tiene mucho que ver con calidad del producto que se le ofrece al consumidor y con los buenos números del negocio”, afirmó Pareja a Industria Avícola mientras enumeraba varias acciones que las empresas líderes han estado implementando.
- Atrape argentino. Ahora se toman los pollos listos para el sacrificio individualmente, por el lomo, y se depositan en guacales para 10 o 12 animales colocados dentro del galpón; luego los guacales son llevados por banda transportadora hasta el camión. Esto disminuye el estrés del ave y la exigencia física para el operario, anteriormente la persona debía tomar el pollo por las patas, sostenerlo cabeza abajo, agrupando así cuatro animales en cada mano, y llevarlos a pie hasta los guacales ubicados fuera del galpón y cerca de los camiones. Esta técnica evita recorridos largos de los operarios, disminuye el riesgo de lesiones para humanos y pollos, y por lo mismo mejora el rendimiento en canal y reduce los decomisos en planta de sacrificio.
- Mayor densidad en camas. Se ve en galpones de ponedoras de piso y pollos de engorde. Un aumento del grosor (ha pasado de 2 o 3 cm a casi 8 cm) y de la frecuencia en su remoción evitan que el material de las camas se humedezca y se pegue a las patas, produciendo lesiones en la piel que provocan cuantiosos decomisos en las plantas de sacrificio. Al ser una cama más seca, emite menos amoniaco y metano. En los pollos, este cambio disminuye las lesiones en muslos y pechuga – que también causan mermas en mataderos – pues a medida que crecen cuentan con una mejor superficie de amortiguación para el peso que van ganando rápidamente. Además, permite un mejor control de la calidad del huevo en ponedoras y mayores características fertilizantes en la gallinaza. La remoción constante logra una mejor incorporación de la materia fecal con el material de la cama, lo que facilita los procesos de sanitización, empaque y comercialización de la misma.
- Mejores galpones. Aunque varía según los pisos térmicos, se están estandarizando a alturas mínimas de 2.8 m, construyéndolos según el flujo de los vientos, lo que permite un mejor intercambio de gases, así como el control en la temperatura y la humedad. Algunas empresas están cambiando las cortinas porosas amarillas por otras azules (blue house), las cuales distribuyen uniformemente la luz con esta longitud de onda que provoca en las aves un estado de ánimo más tranquilo, disminuyendo los ataques entre ellas. Nuevos materiales en los techos aíslan el ruido y la radiación solar. Los galpones de clima controlado son escasos en Colombia, por lo que se utilizan ventiladores y extractores eléctricos para refrescar (sobre todo en las dos semanas finales del pollo de engorde) y remover gases como amoniaco y metano.
- Transporte más eficiente. Se está reduciendo al máximo el tiempo de desplazamiento hasta el beneficio, evitando la movilización en las horas de mayor calor. Esto ha mermado la pérdida de peso por menor tiempo de vigilia y menos estrés calórico (que va del jadeo excesivo hasta la muerte súbita por golpe de calor); los animales perdidos por altas temperaturas también causan decomisos en planta. Los camiones vienen dotados con carpas que permiten el flujo del aire y evitan la exposición directa al sol de las aves.
- Plantas de sacrificio. En algunas de estas instalaciones, las áreas de recibo son abiertas al flujo natural del aire e incluso se les han instalado ventiladores y aspersores de agua para refrescar a las aves durante el tiempo de espera. Si bien cada empresa define su procedimiento para un degüello más eficiente, rápido e indoloro, se destacan técnicas como la desensibilización del pollo haciéndolo pasar colgado, cabeza abajo, por agua levemente electrizada; luego un operario realiza el sacrificio.
Juan Carlos Pareja aclaró que estos cambios son puntuales, no generalizados, producto del paulatino convencimiento de algunos grandes avicultores colombianos.
“No todas las empresas han adoptado estos u otros cambios, muchas no lo hacen porque todavía no creen, no tienen parámetros de evaluación y comparación, además no han visto la necesidad y no hay normatividad todavía que lo exija”, comentó.
Agregó que él mismo, con estudiantes de la Universidad CES, ha liderado investigaciones y mediciones para algunas de estas actividades, como el atrape argentino y la densidad de las camas.
“En instalaciones avícolas en Santander (oriente), demostramos con cifras que estas mejoras ayudan a reducir bastante las mermas de peso y las pérdidas en pollo por decomisos antes del beneficio. Voy a empezar a investigar el impacto por las reformas en los galpones. Considero que el sector productivo debe buscar a la academia para estos monitoreos. Eso servirá para saber qué es realmente útil para las aves y para la industria, de cara a una futura reglamentación o simplemente para ser más productivos entregando proteína animal de excelente calidad”.