Ante las prohibiciones de uso de los antibióticos, se necesita un enfoque holístico para prevenir esta afección, así como del uso de compuestos antes inimaginables.
“La salud es básicamente el mantener la homeostasis intestinal: en cuanto nos salimos de ella es cuando empiezan a surgir los problemas de enfermedades”, dijo la Dra. Lisa Bielke, profesora de Ohio State University, durante un webinar de Biomin sobre estrategias de control de la enteritis necrótica sin antibióticos.
Al mantener la homeostasis debe haber una sinergia entre el huésped y lo que hay en el intestino. Cuando se rompe es cuando hay más riesgo de enfermedades oportunistas y la enteritis necrótica es una de ellas. El Clostridium perfringens siempre está presente y se desarrolla cuando pasa algo que hace que las condiciones lo permitan.
Coccidiosis y enteritis necrótica
La coccidiosis es la enfermedad de mayor preocupación en la avicultura, pero justo después viene la enteritis necrótica. La coccidiosis lleva a que haya enteritis necrótica, en parte por la falta de control de esta afección, pero también por haber eliminado los antibióticos. Muchas veces su presencia es subclínica, pero siempre está ahí.
Hay muchos factores predisponentes, como la salmonela, cambios microbianos (producción de ácidos grasos de cadena corta), cambios físicos (disminución de la función de la barrera) o cambios inmunitarios (aumento de la mucogénesis o inflamación). En nutrición están un alto contenido de NSP, micotoxinas, contaminación ambiental e incluso la calidad de la proteína.
La enteritis necrótica es una enfermedad complicada, así que la mejor forma de mantenerla a raya es trabajar con la salud intestinal y mantener la homeostasis.
C. perfringens: una bacteria normal
El Clostridium perfringens es una bacteria grampositiva que forma esporas, lo que hace que una vez que está ahí sea difícil de erradicarla de las casetas. Es una bacteria normal, siempre está ahí, principalmente en el ciego. La enfermedad se da cuando sale del ciego, pasa al intestino delgado y se desarrolla. Sucede en aves jóvenes, pero tiende a darse alrededor de los 16 a 28 días de vida.
El tipo que la causa es el toxinotipo A, que tiene muchas toxinas: 16 toxinas identificadas y cada vez se encuentran más. Es un fagocito efectivo de nutrientes que necesitan para crecer.
Tienen un sistema de percepción de quórum que les ayuda a identificar muy bien lo que pasa en el ambiente que los rodea, mecanismo que usan para desarrollarse en exceso.
Signos clínicos y lesiones
La enteritis necrótica es muy rápida. A las 48 horas de inducida, aparecen los signos clínicos y lesiones. Las aves presentan fiebre, cloacas pastosas, plumas erizadas y acurrucamiento. El intestino se presenta con gases, es friable y con lesiones. Cuando es subclínica, es difícil distinguir entre enteritis necrótica y coccidiosis por Eimeria.
Se ha observado que el peso al mercado se alarga y aumenta la variación del peso corporal en más del 13% a los 42 días.
Alternativas
Los prebióticos, probióticos y simbióticos son las alternativas más importantes en la producción sin antibióticos. Estos trabajan en conjunto entre el huésped y la microbiota. Actúan mediante varios mecanismos: producen enzimas, modulan el sistema inmunitario, interactúan con la microflora intestinal, producen ácidos orgánicos, dan resistencia a la colonización y mejora la función de la barrera.
Prebióticos
Los prebióticos son un sustrato que los microorganismos del huésped utilizan selectivamente para brindar beneficios a la salud. No tienen un efecto directo sobre el huésped, sino que su principal función es interactuar con la microbiota intestinal. Las demás funciones son secundarias, área de investigación que debe surgir, pues se ha investigado muy poco.
“Hay que enforcarse en los prebióticos para asegurarnos de que los probióticos tengan lo que necesitan para desarrollarse y realicen sus mecanismos de acción”, destacó Bielke en el webinar de Biomin.
Los prebióticos brindan nutrición a la microbiota, como las fibras no digestibles que el huésped no necesariamente puede usar. Las bacterias las descomponen para luego impactar al huésped de forma positiva mediante la inmunomodulación, reducción de la inflamación, producción de ácidos grasos volátiles y de bacteriocina. Esto reduce la susceptibilidad a las enfermedades.
Es necesario ver cómo estos prebióticos afectan a la microbiota, es decir, conocer su mecanismo de acción o ver qué bacterias afecta. Se debe recordar que para que funcionen mejor, existe la relación simbiótica, es decir, que junto con el prebiótico añadamos un probiótico.
Probióticos
Los probióticos trabajan en todas las áreas mencionadas. Cuando hay enteritis necrótica, Bielke dijo que el mejoramiento de la función de la barrera no es tan importante, “pero puede servir de mucho”, pues la enteritis necrótica sucede justo dentro del intestino. La inflamación es un problema sistémico y sí se puede prevenir.
Ahora, la interacción con la microbiota no solo tiene que ver con los patógenos, sino con promover las bacterias benéficas. Son muchos los mecanismos de acción, pero Bielke se enfocó en tres principales:
- Competencia por los nutrientes, porque los patógenos necesitan nutrientes para vivir y los probióticos los tornan menos disponibles.
- Bloqueo de los sitios de adhesión en el intestino, base de la exclusión competitiva. Estos sitios son pocos, pero mientras más bacterias benéficas los ocupen, mejor.
- Estimulación inmunitaria: las bacterias interactúan con este sistema, por lo que se debe asegurar una activación correcta y prevenir enfermedades.
Cómo seleccionar un probiótico
Hay que preguntarse si el probiótico hace lo que uno necesita, “lo mismo que uno se preguntaría con cualquier enfermedad que queramos tratar”. También hay que preguntarse si se puede aplicar al intestino, pues quizás necesite de algún tipo de protección.
Según Bielke, es necesario saber en qué pH funciona y qué enzimas se necesitan, es decir, qué mecanismo de acción tiene. Además, conocer en qué parte de la cadena de producción es más efectivo: incubadora, reproductoras o en el alimento del pollo.
¿Son efectivos?
“¡Claro que los prebióticos y probióticos son efectivos!”, dijo Bielke, aunque no todos funcionan para la enteritis necrótica.
“Hay que buscar cuál es el mecanismo de acción clave, si desacelera o previene el ciclo patógeno”. En el caso del Clostridium, hay que “ver si le quita la capacidad de desarrollarse más que otras bacterias por la utilización de nutrientes”.
Estimuladores inmunitarios (reguladores)
Los prebióticos y probióticos controlan la respuesta inflamatoria y pueden trabajar con la bacteria o con el huésped. “Me gusta mejor llamarlos inmunorreguladores, aunque sea difícil comprobarlo, porque hay que ver los mecanismos de acción con los que funciona”, indicó la experta.
La profilaxis no sucede de un día para otro. El sistema inmunitario realmente no tiene una respuesta tan rápida para controlar la enteritis necrótica. “Va a ser más profiláctico, hay que estar con más un control a largo plazo, evitar la inflamación de la que se aprovecha el Clostridium”.
Ácidos orgánicos
Los ácidos orgánicos más comunes son los ácidos grasos de cadena corta como el acético, propiónico, fórmico, láctico, butírico, etc. Se han usado desde hace mucho tiempo para controlar otras enfermedades, además de la enteritis necrótica. Cuentan con una actividad antimicrobiana no específica, o sea, funcionan contra todo, incluso el Clostridium.
Hay pruebas de que los ácidos orgánicos pueden mejorar la proliferación de las células intestinales, pues le sirven de fuente de energía, lo que en consecuencia aumenta la capacidad de absorción, fungen como precursores para la síntesis de aminoácidos no esenciales que se requieren para el crecimiento intestinal y aumentan el flujo sanguíneo.
Funcionan mejor en forma no disociada, así que cuando están en pH bajo en el intestino, penetran la pared celular y dentro con el pH más alto liberan protones. Así, la célula muere por agotamiento de energía al tratar de eliminarlos. Por eso es crítico que su actividad se desarrolle en el lugar deseado del intestino.
Aceites esenciales
“Probablemente, hace unos años nos hubiéramos reído de ellos, pero ahora son un área que surge con fuerza”, comentó. No había evidencias, pero ahora sí las hay. Uno de los aspectos importantes es su estabilidad y asegurar que las proporciones sean adecuadas.
Los tres más comunes son el timol, cinamaldehído y carvacrol, aunque también el anetol y los aceites cítricos funcionan bien. Además, cuentan con el potencial de controlar tanto Eimeria como Clostridium. Su efecto es más profiláctico que terapéutico por sus propiedades antisépticas y antibacterianas. Tienen un gran potencial, pero se tienen que combinar con otras estrategias.
Control de factores predisponentes
Al no poder usar antibióticos subterapéuticos, hay que buscar formas de prevenir la enteritis necrótica. Bielke hizo énfasis en primero controlar la coccidiosis y luego prestar atención en controlar la enteritis necrótica. El control se puede dar mediante una gran variedad de productos y quizás se necesite de más de uno. Además, se debe recordar que hay que tener un programa holístico basado en la prevención.