El carácter vergonzante del negocio en el manejo de la información propia –su consuetudinario y prudente bajo perfil– hace que no se hable casi del remezón que vive la Asociación Latinoamericana de Avicultura (ALA), y cuando eso sucede, se presenta como un cambio ordinario, una transición concertada y programada dentro de una entidad sin mayores conflictos internos, que para más señas se apresta este mes a ratificar representatividad en su bienal Congreso continental de Guadalajara.