Ahora que se vislumbra el inicio de la vacunación contra el COVID-19, además de dar prioridad al personal médico y a los adultos mayores, deben incluirse a los trabajadores del sector cárnico.
Los gobiernos parecen pasmados ante la pandemia en el sentido de que nueve meses después aún no es posible realizar una miríada de trámites administrativos. Las oficinas gubernamentales de muchos países siguen cerradas. Creo que no se han dado cuenta de que hay cubrebocas, el teletrabajo y la nube, alcohol en gel, mamparas de acrílico transparente para atender al público, distanciamiento personal, tapetes sanitarios o pediluvios, y un sinfín de medidas que ya están en funciones en muchos lados.
Sencillamente, no se han adaptado. Cero resiliencia.
Sin embargo, la industria procesadora de carne, como la del pollo, realizó una serie de cambios inmediatos para proteger a su personal y, sobre todo, para no interrumpir la cadena de suministro. Los trabajadores han estado en la primera línea de combate para el suministro de carne.
Es por ello que el North American Meat Institute (NAMI) emitió un comunicado en el que insta a las autoridades de Estados Unidos a considerar a los trabajadores de las plantas como prioritarios en el proceso de vacunación contra el COVID-19. Esto, desde luego, sin restar prioridad a aquellos que laboran en el sector salud y a los adultos mayores en residencias.
Quiero resaltar que en estos meses hubo intentos de culpar a la industria avícola por la alta concentración de personal y porque hubo algunos contagios. La industria respondió sin chistar. Realizó adaptaciones de inmediato, demostrando una gran resiliencia. Y como bien dice el comunicado del NAIM, “la cadena de suministros sigue intacta”.
Esta resiliencia demostrada con nuevos equipamientos y adaptaciones de las instalaciones, equipos protectores personales, sistemas mejorados de ventilación, programas y protocolos de desinfección, multitud de pruebas analíticas y una tarea titánica de capacitación han mantenido a raya al COVID-19 en las plantas, mientras los números en general afectan a prácticamente todos los países.
Aplaudo la iniciativa del NAIM, que no solo da prioridad a sus trabajadores, auténticos héroes covidianos, sino que implícitamente reconoce la labor realizada por la industria cárnica y avícola.
Así que tengan por seguro que seguirán sin poder obtener un certificado de nacimiento o un pasaporte, pero sí podrán comer pollo.
¿Ustedes qué piensan?