Se asoma una ‘pandemia’ de impuestos, ¿cómo nos pegará?

Se asoma una ‘pandemia’ de impuestos, ¿cómo nos pegará?

(Tana | Rawpixel.com)

Todos los gobiernos del mundo han hecho un gasto descomunal para afrontar la crisis sanitaria del COVID-19 y necesitarán más recursos para lo que falta y lo que sigue de la pandemia.

Uno de los añadidos de esta dura tragedia y que lamentamos profundamente los defensores de la libertad es el enorme protagonismo y poder con el que saldrá el modelo de Estado benefactor después de que la crisis sea superada.

Todos van tras el Estado buscando soluciones y este ha respondido en la medida de sus posibilidades, y como no podía ser de otra manera, en América Latina lo ha hecho con sus consabidas taras de ineficiencia y corrupción.

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Pese a tanta evidencia añeja y fresca, sorprende ver una sociedad mayoritariamente “estadólatra” (como decía L. von Mises), es decir, que quiere dejar en ese ente amorfo la consecución de un ilusorio destino feliz.

Como el Estado no produce, solamente gasta, es fácil intuir que se vendrán más impuestos para financiar programas y pagar la disparada deuda pública. Es ilusorio pensar que eso no sucederá y será inevitable que la avicultura asuma su parte.

En Costa Rica, por ejemplo, este mes se gravaron con impuesto al valor agregado (IVA) 189 productos de alta rotación, incluido el huevo, pollo y sus derivados. En Colombia se teje una medida similar y será difícil defender la histórica exención de los alimentos de origen aviar.

En Argentina, donde pollo y huevo hace rato pagan ese impuesto (país en que el Estado se duplicó en 30 años, mismo lapso en que la pobreza se triplicó por desestímulo a la actividad privada), el gobierno no tiene empacho en ordenar una congelación de precios que podría llevarlos al desabastecimiento.

En Brasil, la avicultura comercial está peleando para que no se le excluya de beneficios tributarios al pago de nómina, los cuales han permitido mantener decenas de miles de empleos. En México, no le faltarán razones para imponer más cargas a un gobierno abiertamente hostil ante la agroindustria.

Ni qué decir de los gravámenes a la renta y el patrimonio, quizás aupados estos días por la inverosímil carta de 83 millonarios del primer mundo que quieren que les cobren más impuestos. Si quieren dar más, solo tienen que hacerlo y no obligar a otros. La solidaridad impuesta no es solidaridad.

Quisiera escribir algo distinto. Ojalá me equivoque, pero serán iguales o más difíciles los tiempos que vendrán por tales exigencias tributarias, con un consumo limitado y una creciente y desleal informalidad.

Solo resta hacer lo que siempre hacemos: responder con mejores eficiencias. Ah, y esperar que algún día entendamos que, a mayor libertad económica (menos impuestos, principalmente), menor pobreza.

Esta crisis no es fruto del capitalismo ni de la libertad económica ni del consumismo, todo lo contrario, ha sido posible por su forzada y temporal negación.

Vea nuestra cobertura continua de la pandemia de COVID-19.

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