La industria avícola brasileña se ha estado enfrentando a muchos problemas que quizás no le permitan despegar del todo este año. En primer lugar, la séptima economía mundial, después de un excepcional crecimiento en años anteriores (por ejemplo, 7.5 por ciento en 2010), muestra signos de agotamiento. Hay estancamiento del consumo interno, principal motor de la avicultura. Además, de acuerdo con fuentes financieras, hay una baja de las inversiones. Debido a esto, la economía brasileña entró en recesión en 2014 y para este 2015 se espera una contracción que algunas fuentes sitúan en el 2.5 por ciento.
Aunado a esto, los avicultores de este país se enfrentaron a una huelga de transportistas en febrero que afectó mucho no sólo las exportaciones, pues los puertos se paralizaron, sino que impidió la distribución de insumos a las granjas y plantas, así como la distribución de productos terminados, lo que llevó a que se llenaran al máximo los inventarios de pollo. Seis meses después, le asestan otro golpe más a la industria, al paralizar labores los inspectores agropecuarios lo que hizo que el sector de proteína animal perdiera US$25 millones al día. Una vez más, las plantas de procesamiento redujeron o paralizaron la producción, y se vieron afectados los contratos de exportación. Y ahora, se cierne otra vez la amenaza de los transportistas, aunque parece que el movimiento pierde fuerza. Como los directivos gremiales anticipan efectos negativos, ya han echado a andar estrategias para contrarrestarlos.
Brasil además está en un marasmo comercial. Es un gigante sin aliados. Mientras otros países latinoamericanos como Chile, Colombia o México, por mencionar algunos, se apresuran a establecer tratados comerciales a diestra y siniestra, Brasil se encuentra preso, quizás, de sus propias políticas. La reciente firma del tratado TPP (Acuerdo de Asociación Transpacífica, por sus siglas en inglés), acuerdo que absorberá el 40 por ciento del comercio mundial, dejó afuera a los mayores exportadores de proteína animal en el planeta. Esto perjudicará a su sector de proteína animal y hará que su competitividad pueda verse reducida. El mismo presidente ejecutivo de la ABPA, Francisco Turra dijo que “el escenario puede ser aún más complicado para los exportadores brasileños si permanecen en la misma situación de aislamiento”.
Además, hay otras dificultades que frenan el potencial brasileño: la baja calidad y cantidad de la infraestructura (como las carreteras), las desigualdades sociales y su enorme geografía. No obstante, Brasil dispone de multinacionales eficaces gigantescas, un sector agroalimentario dinámico, reservas cambiarias importantes y visión para el futuro, que esperamos que lo hagan mantenerse a flote.