26 de diciembre de 2017
Michal Wargin, Freeimages.com
Estamos a finales de año y en el mundo occidental nos hemos dado a la tarea de usar esta época para reflexionar sobre lo bueno y lo malo, para tratar de enmendar las cosas para el siguiente año. Como si hubiera alguna diferencia entre este domingo 31de diciembre y el lunes 1 de enero.
También −se supone− es época de dar, así que muchas organizaciones aprovechan a recaudar fondos. Hace unos días caminaba por la calle cuando vi que se me acercaba una de estas buenas personas, carpeta en mano, para hablarme de su organización no gubernamental y pedirme una aportación. No logré sacar mi celular a tiempo para pretender que estaba en una llamada. ¡Me atrapó!
Después de la amable presentación, me dijo: suponga usted que está en el mercado y se da cuenta de que sólo tiene 40 céntimos en el bolsillo. ¿Qué se compraría con esos 40 céntimos?
La respuesta que ella esperaba, y quizás la más lógica sería “¡nada!”, para aludir a la insignificancia de la aportación diaria de 40 céntimos de euro a su organización. Sin embargo, yo le respondí: ¡un huevo!
En realidad, no fui muy bueno en mis matemáticas, porque 40 céntimos alcanzan para dos huevos, pero la cuestión aquí fue la cara de sorpresa de mi interlocutora y el titubeo −que duró unas fracciones de segundos−, para decirme: “qué buena respuesta, nunca nadie me lo había dicho antes”.
Lo cierto es que, amén de que la gente quizás conteste sin pensar y caen en el sentimentalismo de estas labores, contesté que compraría un huevo de manera genuina. ¿Cuántos alimentos nutritivos, de calidad, se pueden comprar con unos cuantos centavos o céntimos? ¿Ustedes que opinan?