Siempre he dicho que la industria agropecuaria carece de atractivo para el público en general. Por ejemplo, por lo regular a los publicistas (con honrosas excepciones), les parece poco atractivo trabajar con una pechuga de pollo, en comparación con un automóvil, un reloj caro o ropa de moda. Lo mismo es para la política de hoy en día.
Con la guerra comercial que parece avecinarse entre el presidente Trump de EUA y el resto del mundo, se habla de marcas como Ford, Chevrolet, Carrier. ¿Alguien dijo por ahí Tyson? ¿O Cargill? ¿O genéricos como el café colombiano o los aguacates mexicanos? No, o casi nadie. Estos productos no son ostentosos, no llaman la atención. No son aspiracionales.
Quizás haya dos razones: una, que es un tema tan delicado, que no se puede tocar ni con el pétalo de una rosa, o dos, no le han dado la importancia que merece y tasarán todo parejo, sin importar las consecuencias.
Hace unas semanas escribí un artículo sobre la importancia que reviste el mercado mexicano para las exportaciones agropecuarias de EUA. Así de fácil: es el número uno en maíz (desde el alimento para aves, hasta las palomitas de maíz del cine), y también en soya, pollo, pavo… Pero también he escrito que ahí están Brasil y Argentina, dos gigantes productores, muy competitivos, por cierto aunque más lejos de México, que pueden vender sus productos.
El mundo se pasmó, pero ya despierta. La semana pasada se anunció que México ya puede importar genética avícola de Brasil. Ya también importa pollo brasileño. A México le queda a tiro de piedra traer por ferrocarril cualquier cosa de Estados Unidos. Pero cuando se levantan muros en medio, de cemento o comerciales, con 120 millones de personas a las que hay que dar de comer, parece que finalmente México mirará al sur, con todo y tortícolis de mirar tanto al norte.
México se tiene que poner las pilas. Ya lo dijo Arturo Rangel, vicepresidente de Comercio Exterior de la Canacintra y Juan Antonio Barragán de Intrade, que en el periódico El Economista “afirmaron que México tiene una tarea pendiente y que ha minusvalorado el comercio con Centro y Sudamérica, la relación con Asia se ha echado por la borda, mientras que se ha desaprovechado Medio Oriente por desconocimiento”.
También se tiene que poner las pilas con las cuestiones sanitarias, como la influenza aviar o el Newcastle, y de una vez por todas erradicar estas enfermedades.
¿Qué no es sexy nuestra industria? ¡Qué va! ¿Ustedes qué piensan?