Épocas en las que predomina la queja generalizada y el no a todo: no a las jaulas de las gallinas, no a los antibióticos, no al rápido crecimiento, no a…
Y mientras, las grandes marcas saludan con sombrero ajeno: “a partir de 2000 y pico nuestra empresa le brindará al consumidor solamente huevos de gallinas libres de jaulas” o “nos preocupamos por su salud, y solamente damos pollo sin antibióticos” o “nuestros animales son ‘orgánicos’, no tienen hormonas ni se alimentan con productos de origen animal”. Así, envían el mensaje de lo que se debe y no debe consumir.
Después de tanto no, encuentro que hay uno del que prácticamente nadie se vanagloria de implementar: el no al desperdicio. ¿Por qué nadie ha hecho algo por evitar el desperdicio de alimentos, que eso sí que nos perjudica?
De acuerdo con la FAO, se estima que se desperdician alrededor de 1,600 millones de toneladas de materias primas de alimentos y 1,300 millones de toneladas de la parte comestible de los alimentos. De la misma forma, estos alimentos desperdiciados equivalen a 1,400 millones de hectáreas: el 28 por ciento de la tierra cultivable del mundo.
¿Alguien ha visto cómo se tiran hamburguesas en los restaurantes de comida rápida después de no haberse vendido en cierto tiempo? Sí, en aras de la inocuidad y también al miedo a las demandas. ¿Y las toneladas de comida que se tiran en los cruceros? Y granos almacenados que se echan a perder y malas decisiones políticas y…
Estoy seguro de que existe la tecnología para poder optimizar la elaboración de hamburguesas − por poner un ejemplo − y evitar que se tiren alimentos en buen estado. Predicciones de crecimiento bacteriano, detección rápida de toxinas, predicciones aún más certeras de consumo, entre otras. Si tenemos apps en nuestros celulares para optimizar nuestro tiempo, pasamos los puestos de peaje con lectores electrónicos o hay dispositivos que nos leen el iris para seguridad, ¿a nadie se la ha ocurrido hacer más eficiente la preparación de alimentos con las nuevas tecnologías?
Ojalá algún día veamos a alguna organización de ayuda que empuje estas nuevas tecnologías y estos valores, que impulse a McDonald’s o a Starbucks a no desperdiciar, como lo han hecho con los huevos de gallinas sin jaulas o el pollo sin antibióticos. Ojalá que estas empresas presuman en sus menús o en su publicidad que no desperdician alimentos, por el verdadero bien del consumidor. ¿Ustedes qué piensan?