La baja producción de proteína animal a causa de una menor demanda sigue aliviando el precio de los granos; una particular propuesta busca forzar cambios en el origen o naturaleza de las materias primas.
En estos tiempos de “reinventar” el mundo, el negocio cárnico eficiente está en la mira de diferentes grupos de presión, incluso de centros de pensamiento, gobiernos e instancias multilaterales. Una de esas variadas “sugerencias” se podría estar gestando en Inglaterra, un mercado que no es el mayor del mundo, pero sí uno muy influyente.
Igual, si por ahora no llega a pasar nada con esa iniciativa, sí puede darnos luces acerca de dónde vendrán los tiros próximamente. Se trata de una petición formal hecha al gobierno de su país por la británica Tesco, la tercera cadena de comercio minorista en el mundo con presencia en 15 países de Europa y Asia, por lo que merecen ser tenidas en cuenta sus intenciones con el fin de dilucidar tendencias.
Hace cerca de una semana, pidió que se configure una suerte de regulación tendiente a garantizar cadenas de suministro de alimentos libres de cualquier relación con la deforestación, como una forma de combatir ese fenómeno en la Amazonia. De tener éxito, la medida pasaría a ser parte de la Estrategia Nacional de Alimentos.
Es un movimiento que supuestamente responde al interés de los consumidores, pero pone en peligro la vigencia en el mercado de la soya y el maíz amarillo duro que se cosecha en los países de Mercosur (principalmente en Brasil), al igual que la carne de res, cerdo y pollo que se levanta con dichas materias primas a nuestro lado del Atlántico.
Si una propuesta de este tipo calara inmediatamente y se expandiera como el fuego (perdón), aguaría un mercado de buenos precios, sobretodo en los cereales, pues se esperan cosechas muy buenas y la demanda de granos todavía no recupera sus niveles de prepandemia, principalmente por la reducción del consumo general de carnes.
Recientemente, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) pronosticó que la producción de cereales este año sería récord, 2.6% mayor que en 2019. En cambio, la producción global de carnes disminuiría 1.7%, con precios internacionales cayendo un 8.6% solamente en el primer semestre, siendo la baja en la carne de ave la segunda mayor, detrás de la ovina.
A menos de que entre a la ecuación una normativa ajena al mercado, como la que propone Tesco, no habría ambiente ni razones para acelerar alguna sustitución a la habitual fórmula de oleaginosas y cereales, pese a que varias candidatas afirmaban hasta hace poco dejar pronto de ser promesas para el negocio agropecuario (algas, bacterias, insectos, etc.).
Faltaría revisar qué tanto han avanzado sus impulsores durante los últimos meses en los cronogramas previos a la actual emergencia sanitaria global. Por ahora, mientras la burocracia inglesa camine con la misma agilidad mostrada para concretar su Brexit, no parece haber mucho de qué preocuparse.
La dichosa “reinvención” no es posible ni deseable para todo.