La situación de la industria del huevo en México no es nada halagüeña. Los avicultores del cuarto (o quinto) país mayor productor de huevos en el mundo (según la fuente) llevan prácticamente veinte meses en pérdidas, pues el precio está por debajo del costo de producción.
Durante la feria Figap de la semana pasada en Guadalajara, me comentaron que esto ha sido producto de la recuperación del brote de influenza aviar. Los avicultores que ganaron, se vieron motivados a encasetar más aves y aquellos que perdieron, se quisieron recuperar, de tal manera que hubo un gran crecimiento de producción de huevo en México. Pero aparentemente, lo mismo pasó en Estados Unidos. Por lo tanto, se deprimieron los mercados. Por lo visto, hay sobreoferta de huevo en todo el mundo, de tal forma que no se vislumbra una recuperación a corto plazo.
Después del brote de 2012 en México, la producción de huevo se recuperó, pero lo preocupante es que no la productividad. Y es que México sigue vacunando contra la influenza aviar. Se comenta que los avicultores han trabajado duro y que se han mejorado las condiciones de bioseguridad, pero la eficiencia en la producción no muestra signos de recuperación.
Parece que ya disminuye la repoblación, pero a diferencia de la industria del pollo en la que el impacto de la disminución de repoblación es más rápido, van a pasar quizás unos seis meses antes de que se refleje el efecto.
¿No sería mejor tener menos gallinas y ser más eficiente? Se dice que la baja productividad es un rezago de la influenza aviar. No obstante, todo esto – llámese influenza aviar o baja productividad – van en contra del avicultor. No debemos de olvidar que mientras el país siga vacunando (el primer brote se dio hace más de cuatro años), no habrá manera de exportar. La salida para que la industria mexicana del huevo se desarrolle es la exportación. Hay que mejorar aún más las condiciones sanitarias, la bioseguridad. Y erradicar. ¿Ustedes qué piensan?