Primero detienen embarques, pero al final deciden que sí los aceptan, con medidas intermedias sin pies ni cabeza.
Francamente, no entiendo el proceder de las autoridades chinas y hongkonesas con respecto a las alitas de pollo importadas de Aurora Alimentos, de Brasil. Primero desatan en Shenzhen un vendaval con el supuesto hallazgo del virus SARS-CoV2 en el embarque, hallazgo que dejó serias dudas. No se supo si fue en las alitas mismas, en el empaque, si fue el virus activo o detectaron material genético del virus, o si se contaminó en el camino o al llegar al puerto. Ni siquiera pudieron dar más información. Parece que estamos jugando al teléfono descompuesto. ¿O a qué estamos jugando?
Mientras tanto, Aurora, como todo un caballero, detuvo sus exportaciones en lo que se aclaraba la situación. Además, la ABPA puso manos a la obra.
Ahora Hong Kong, que por muy autónoma que sea, decidió suspender también las importaciones, pero mágicamente ha decidido reanudarlas. Y todo porque los análisis que ellos hicieron a embarques brasileños de pollo dieron negativo. ¿De qué se trata este asunto? ¿Por qué no hicieron estos análisis antes? A esto no lo llamo prevención.
Me parece injustificado que precisamente, dadas las circunstancias mundiales, se actúe de esa manera, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS), el International Poultry Council (IPC) y otros organismos e instituciones han reiterado mil y una veces que el virus del COVID-19 no se transmite por alimentos.
Es injustificado porque afectan a la industria avícola en particular y a la de proteína animal en general, así como a su imagen. Afectan al comercio mundial y a la credibilidad misma, y desacreditan a las autoridades científicas. No sé qué es lo que intentan.
Yo creo que, al final de cuentas, no estamos tan globalizados. Cada uno hace lo que quiere, sin concebir un conocimiento y un entendimiento global. Y ya ni hablo de la solidaridad. Cada uno quiere proteger solo lo suyo.
¿Ustedes qué piensan?