Los mitos sobre el uso de hormonas en la industria avícola tienden a estar más relacionados con las hormonas sexuales femeninas. ¡Hasta dónde pueden llegar los disparates!
Siempre me ha llamado la atención el hecho de que, cuando la gente te pregunta si se usan hormonas en la producción de pollos, en su mente se balancean las hormonas sexuales femeninas: la progesterona y el estrógeno, porque claro, hasta algunos ginecólogos dicen que las niñas menstrúan o se les desarrollan los pechos antes por comer pollo con hormonas.
¿A nadie se le ocurre que se le añadan otras hormonas, como la del crecimiento? Creo que, si yo fuera alguien no involucrado en la industria, me sonaría más lógico, pues se usaría para que “crecieran” más los pollos. Ni tampoco se les ocurre que se añadan hormonas tiroideas (tiroxina y triyodotironina) para regular el metabolismo. O la leptina para regular el apetito, o…
No. Piensan en hormonas sexuales y, además, solo femeninas. Masculinas no. Hasta en esta ridiculez hay sexismo, en que se equipara una práctica que no es correcta ni natural, que es más bien mafiosa y engañosa, únicamente con las hormonas sexuales femeninas. Porque, ¡vaya sino! Hasta un presidente boliviano y una modelo colombiana dijeron que volvían homosexuales a los hombres. Solo los hombres. Las mujeres no se vuelven lesbianas con el pollo.
A nadie se la ha ocurrido que se les dé testosterona o androsterona a los pollos. Ningún médico (que yo sepa) ha dicho que a los niños de 11 años les crece el pene por haber comido pollo con hormonas, que se pongan musculosos o les salga antes las barba y el bigote. O en su defecto, que los niños sufran de ginecomastia (pechos agrandados) por aquello de que los hombres también tenemos glándulas mamarias en las tetillas.
Es realmente ridículo. Y más ridículo es que se lo pregunte la gente, continúe el mito y que, por el simple marketing, haya pollos con empaque que dice “sin hormonas”. ¡Hasta dónde pueden llegar los disparates!
¿Ustedes qué piensan?