Aunado a los problemas que vive la industria avícola, por si fuera poco, ahora también está el del transporte.
Pareciera que la consigna es que hay que ponerle más piedras al zapato de la industria avícola en Latinoamérica. Hay que hacer las cosas más complicadas. Ahora uno de los problemas que surge de forma abrumadora es la logística del transporte en México.
En días recientes, observamos escenas dantescas de cómo el crimen organizado logró que se descarrilaran un montón de vagones de ferrocarril en un patio de maniobras en Orizaba, Veracruz, que transportaban trigo (y migrantes centroamericanos ilegales en la parte superior, pero este es otro tema).
Según declaraciones, este “accidente” y otras tantas afectaciones de robos y demás a trenes y camiones, así como pago de cuotas, está alcanzando ya al 30 por ciento de la actividad agropecuaria en México. ¿De qué forma estará la industria avícola enfrentándose a este gravísimo problema?
Pero lo que más sorprende es la sobada palabreja de la seguridad nacional. Todo es “de seguridad nacional”, desde la producción de alimentos, pasando por la subida de precios en el pollo o huevo o la erradicación de la influenza aviar. Y lo último que hay es seguridad en la nación.
Desde luego, esto no es exclusividad de México. Nicaragua enfrenta ahora −a resultas de la crisis política que vive− problemas para el transporte de fertilizantes que a su vez supongo usarán para producir los granos que se comen las aves. Y ni qué decir de los problemas del transporte en Brasil que no parecen llegar a su fin. A lo mejor en Venezuela no hay este problema porque no hay nada que transportar.
¿Ustedes qué piensan?