La semana pasada informaron los analistas sobre la actividad mundial del volumen de comercialización de granos de los EUA. ¡Imagínese usted!: a pesar de que las exportaciones subieron 73 por ciento respecto al año pasado, el ritmo de exportación se acelera. Lo que ha sucedido, es que los comercializadores han hecho movimientos de granos “antes de que inicie cualquier posible negociación de comercio”, en enero del próximo año, con el cambio de gobierno de los EUA.
Es evidente que el mercado está sumamente preocupado de que se tambalee la demanda y de que, por lo tanto, “termine enterrada en toneladas de inventario”. Recordemos que este año, los Estados Unidos ha producido una enorme cantidad de granos. ¿Será posible que pronto la industria sea conservadora en sus compras hasta ver qué pasa?
Al ser la industria avícola, y en general la de alimentos balanceados, de las principales consumidoras de granos, uno se pregunta qué pueden estar planeando. Los pollos siguen comiendo. ¿Será que va a haber contracción de la producción avícola? ¿O será que ahora se incentivará la producción nacional de maíz y soya en los diferentes países de Latinoamérica?
Recuerdo que, durante el auge de los tratados de libre comercio, uno de los argumentos que circulaban a finales de los 80 y principios de los 90 del siglo pasado era que, si los Estados Unidos era eficiente en producir granos al tiempo que se eliminaban barreras arancelarias, que aprovecháramos y nos dedicáramos a otra cosa. Y así, se nos olvidaron los nacionalismos y abandonamos en el armario la bandera otrora enarbolada de la autosuficiencia alimentaria.
Como en la moda, todo regresa. Ahora, quizás nos enfrentamos a situaciones en las que, a pesar de nuestras ineficiencias, falta de agua y fertilizantes caros, nos convenga volver a producir granos internamente, y ante las barreras que quizás veamos, podamos depender menos del exterior. ¿Usted qué piensa?