Aunque recibe críticas constantes, la industria pecuaria quedó prácticamente fuera de los paneles de discusión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Chile canceló la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP25, por los problemas internos del país. Madrid se ofreció y, en cuestión de un mes, se organizó el evento en esta ciudad. Bien por Madrid.
Decidí asistir, como cualquier ciudadano de a pie, a la llamada “zona verde”, la del acceso al público en general, pues la “zona azul” es para los participantes y expertos. Había foros y stands donde se analizaban, por ejemplo, la participación ciudadana, la recuperación de aguas pluviales y el reciclaje del desagüe, o de cómo la hotelería —gran fuente del producto interno bruto (PIB) español— puede contribuir a reducir la huella de carbono. También sobre el papel de los pueblos indígenas, cómo salvar a los murciélagos o sobre la movilidad eléctrica. El café se servía en vasos de cartón, reciclable —¡claro!— y algunos stands mostraban mobiliario de cartón reciclado. Pero ¿y los alimentos? ¿Y la industria pecuaria?
Me sorprendió que no hubiera información de la industria agroalimentaria, a excepción de una tarjeta de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) para este sector, de la Red Española del Pacto Mundial. Nada del porqué de la industria pecuaria intensiva que, aunque usa granos y oleaginosas producidos en campos con rendimientos nunca vistos, usa poco terreno para los animales, a diferencia de las alternativas “naturales” que usan mucho más tierras de cultivo y de producción, con índices de conversión alimenticia mucho peores. Tampoco se informaba sobre cómo hay preocupación por reciclar aguas, usar energías alternativas, mejorar índices de conversión, eliminar antibióticos, usar subproductos agrícolas, formar compostas con gallinaza, pollinaza o la mortalidad, usar enzimas, aprovechar al máximo las carnes producidas y usar subproductos de origen animal. ¿Sigo?
Una total ausencia de una industria que han usado continuamente como punching bag para culparla del uso del agua y del suelo, por el metano, de la biodiversidad, de la falta de naturalidad y un largo etcétera. Una ausencia que impacta al público. ¿Dónde estaba? ¿Cuánto tiempo más para ponerse las pilas?
Eso sí, en la entrada de la estación del metro estaban los veganos repartiendo recetas gratis o voluntarios que te hablaban sobre la producción de metano de los rumiantes. Esos sí estaban ahí.
Después de todo, como vi en una presentación de la Asociación Brasileña de Proteína Animal (ABPA), ¿existe misión más noble que la de multiplicar los alimentos? Ojalá en la zona azul sí haya habido algo de la agroindustria.
¿Ustedes qué piensan?