Aunque a principios del año no imaginábamos cómo serían las cosas en mayo, mal que bien, la avicultura ha seguido produciendo.
Efectivamente, China estornudó y al resto del mundo le dio neumonía, algo que apenas se parece al dicho mexicano de que “cuando Estados Unidos estornuda, a México le da gripe”.
No puedo olvidarme de que ya en la Exposición Internacional de Producción y Procesamiento (IPPE) de enero de este año en Atlanta se hablaba del COVID-19, de su impacto en China, la fabricación de insumos y sus consecuencias en la avicultura. Fui crítico y escéptico en esos días al recordar la pandemia de la H1N1 que fue más bien una “gripita” comparado con esto. Quizá debo retractarme.
Ya han pasado 100 días desde entonces, pocos más, pocos menos, en función de en qué parte del mundo nos encontremos. El mundo empieza a desperezarse, a despertar de esta larga pesadilla e hibernación forzada. Vamos a ver qué nos encontramos.
Al menos, nos encontramos con una industria avícola que, como actividad esencial, ha seguido trabajando. Primero, ante el pánico, la gente se volcó sobre las compras de huevo hasta el punto de que llegó a escasear y en varios países subió el precio de forma extraordinaria. Además de ser un comfort food, un alimento reconfortante que te hace sentir en casa, el huevo se consolidó como un alimento sano, barato, accesible, que siempre ha estado ahí. De esta nueva plataforma tiene que seguir subiendo y consolidarse aún más.
El pollo fue el sector que más se vio impactado en los consumos nacionales, en el sentido de que el sector horeca, con muy poca actividad, dejó de consumir. No obstante, de entre los escombros de la industria surgió el siempre presente, pero tal vez relegado, servicio a domicilio o delivery, así como el servicio de recoger en el restaurante o take away. Estos servicios adquirieron una preponderancia vital, que considero que es otra plataforma que debe mantenerse y añadirse a los restaurantes que vuelvan a abrir. No es exclusividad de las pizzerías. Además, el plus es que ofrecen trabajos que tanta falta hacen.
Otros aspectos que saco a relucir es que redescubrimos el cocinar en casa y, aunque algunos regresen a trabajar a las oficinas pronto, quizás a otros nos quede marcado el seguir consumiendo en el hogar, como a los que teletrabajemos.
Finalmente, la bioseguridad. Nada más importante en toda esta pesadilla que recordarnos que, si queremos seguir produciendo, no debemos olvidarnos de hacer énfasis y hacer valer los reglamentos de bioseguridad, higiene y limpieza en las granjas y plantas.
¿Ustedes qué piensan?