Precio del pollo, ¿cómo lo quiere, con o sin normas?

Precio del pollo, ¿cómo lo quiere, con o sin normas?

(Karolina / Kaboompics | Rawpixel.com)

La competitividad en el negocio avícola no depende solo de disponer de insumos baratos y hacer una eficiente gestión. El costo normativo también marca diferencia, pues no hay ley sin consecuencia en los bolsillos.

Un afán común entre los expertos avícolas europeos que vienen (presencial o virtualmente) a nuestro lado del Atlántico es el de advertirnos sobre las consecuencias de seguir a pie juntillas, sin ánimo crítico, lo que se dispone desde la ley para la agroindustria en el llamado primer mundo.

Por eso es un verdadero placer escucharles y preparar cada cierto tiempo un resumen de sus enseñanzas, buscando con ello desvirtuar el odioso dicho de que “nadie escarmienta en pellejo ajeno”. Vamos una vez más a darnos el gusto, que sabe un poco mejor cuando a quien se parafrasea es un locuaz y brillante español.

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José Ignacio Barragán es el tío; un viejo conocido por estos lares que hizo parte del elenco de conferencistas de la Quinta Jornada Avícola, certamen organizado hace un par de semanas y en estos tiempos pandémicos por la argentina Red Alimentaria y el incansable Isidro Molfese.

De su charla sobre pesos y costos en el negocio del pollo de engorde rescato para este comentario sus datos sobre los que llama “costos normativos”, es decir, los ocasionados por disposiciones legales de la Unión Europea que no son (por ahora) estándares mundiales. Afirma Barragán que tales datos son fruto de su análisis como consultor de unos 35,000 lotes de estas aves en distintas partes de España.

Primero habla de los costos normativos asociados a la crianza del pollo. Allí enumera la prohibición de usar harinas animales en los alimentos balanceados, a los que le cuelga un sobrecosto de dos céntimos de euro por kilo de pollo vivo. Luego suma otro céntimo con la prohibición de antibióticos como promotores de crecimiento.

La adición sigue con otro céntimo y medio por las densidades definidas (33 kilos por metro cuadrado) y otro céntimo y medio más por las disposiciones anti-salmonelosis. El pollo vivo sale de la granja y se vende a 85 céntimos el kilo, precio al cual se le cuelgan como vemos los primeros 6 céntimos de costos normativos (el 7% del valor).

Y las cosas no mejoran para el caso del pollo en canal, ya procesado. Por efecto de las normas sobre aturdimiento, el experto calcula un costo de dos céntimos por kilo. Vamos entonces en 8 céntimos, a los cuales habría que sumarle 14 más por la carga de usar túneles de enfriamiento y no nuestro confiable chiller. En total, 22 céntimos de euro de costo normativo que encarecen el precio del kilo de canal, que se vende a 1.5 euros (US$1.82).

Para resumir, 14% del ingreso por el pollo procesado va destinado a amortizar los costos normativos de los avicultores españoles y europeos. Consecuencia obvia: el negocio avícola europeo es globalmente el menos competitivo, muy lejos de sus colegas americanos (Brasil, Estados Unidos y Argentina), superados incluso por los rusos y los tailandeses.

Se entienden así dos cosas: por qué la agroindustria europea es tan reacia en abrir su atractiva plaza a nuestros pollos y por qué hay que mirar con lupa crítica toda iniciativa política que alegando estándares europeos nos quieran imponer por estas tierras.

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