Disparada en maíz y soya: más locura para un año loco

Disparada en maíz y soya: más locura para un año loco

(Charles Thompson | Freeimages.com)

China salió a comprar compulsivamente granos en el mundo y encareció el precio de los principales insumos avícolas. ¿Cómo responder a este nuevo reto en un entorno de depresión en el consumo de alimentos?

Como si le faltaran contrariedades a este año para la actividad avícola en nuestra región, desde el mes pasado las cotizaciones de la soya y el maíz amarillo duro no paran de crecer. La razón es China y su apetito por estos granos y otros commodities. En octubre ese país importó ¡1,151% más de maíz! y 40.6% más de soya.

Ese solo movimiento chino ha hecho que los costos para la avicultura latinoamericana en esas materias primas (70% de la inversión total) suban de octubre a noviembre un 25% de cara a las compras futuras y el pronóstico es que sigan trepando. Lo único que desactivaría esta locura es que se trate de un movimiento especulativo al que suelen recurrir los importadores chinos, que luego desisten de sus compras a futuro y hacen que los precios vuelvan a la normalidad.

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Pero nadie se toma esa posibilidad en serio todavía y los inventarios globales en maíz amarillo duro, el grano más demandado por los chinos, ya cayeron en casi 12 millones de toneladas. Los de la soya podrían hacerlo hasta en nueve millones de toneladas. Esto es sin duda una gran amenaza para la rentabilidad del negocio avícola latinoamericano.

Solamente cuatro países de la región son autosuficientes en estos insumos (Brasil, Argentina, Bolivia y Paraguay), aunque en realidad esta enorme alza en los precios termina afectando a todos nuestros productores pecuarios por la falta de encadenamientos en la práctica de criadores con sembradores o viceversa. Si encima el fenómeno de La Niña viene con más sequías en el centro y oriente de Suramérica, la cosa se pondría más loca. En Paraguay ya declararon la emergencia por la falta de navegabilidad en la hidrovía del Paraná.

En fin, si China no saca el acelerador de las compras, hay que buscar rápido algunas alternativas de respuesta. Escuchando a expertos, se podrían concluir algunas de ellas como la liberación temporal de aranceles para la importación, una medida impopular pero que evita un traslado directo de los sobrecostos a un consumidor golpeado por el desempleo y la incertidumbre económica.

Tiene su riesgo: si puedo liberar impuestos a los granos, ¿por qué no de una vez al pollo extranjero? Otra opción sería evitar grandes compras a futuro, no aprovisionarse de grandes inventarios en los primeros meses del año, como sucede en tantos países no autosuficientes y que cuentan con acuerdos que permiten contingentes libres. Un mes a la vez parece lo más sensato.

¿Algo que se pueda hacer con sustitutos? ¿Trigo, arroz? China también los está comprando, aunque no con la misma voracidad. Igual en Europa ya en las formulaciones se está optando por más trigo, lo que también presiona su precio. ¿Tiempo para más y mejores aditivos? ¿La harina de insectos será ahora una alternativa viable en disposición y precio?

También viene bien la recomendación de siempre: más economías, mejores conversiones, más eficiencias. Sin embargo, estaría mejor pensar en nuestro aporte de cordura a esta feria de precios y me refiero a trabajar en la racionalización de la producción.

No puede ser que a mediados de noviembre se siga comprando lo mismo en granos, como se observa en varios países, cuando la demanda interna de alimentos va a la baja, sobre todo para el pollo de engorde, que es de lejos el mayor porcentaje de la parvada comercial y el ave que requiere más alimento.

El encasetamiento está cediendo, pero no parece que se haga en los niveles suficientes. Insumos caros, demanda de pollo deprimida… No es tiempo para otra venenosa sobreoferta en 2021. Un poco de disciplina gremial, de sensatez, sería ideal.

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