Pese a vivir jornadas difíciles para su gestión y buen nombre, la agroindustria de la proteína animal no abandona su compromiso con la seguridad alimentaria y la solidaridad humana.
Hagamos el recuento de algunos hechos recientes que acongojarían a quien quiera y valore la actividad pecuaria. Vamos de jueves a jueves, del 5 al 12 de noviembre. Arrancamos entonces con el paso del huracán Eta por Centroamérica, especialmente cruel con el norte caribeño de Nicaragua, con toda Honduras y el oriente de Guatemala.
Son devastadoras las imágenes de pueblos inundados y de gentes esperando ser rescatadas de los tejados. Centenares de víctimas humanas. También abundaron los videos de instalaciones avícolas copadas por el agua y, luego, del tendal de aves ahogadas tapizando los pisos de los galpones cuando el diluvio empezó a ceder.
En un centro de distribución de Cargill en San Pedro Sula se vieron enormes camiones flotando y chocando sin control, en una noche torrencial. Es impactante porque los vehículos tienen grandes fotos de productos cárnicos impresas en sus costados. Pechugas horneadas en medio del lodazal.
Pasemos después por Argentina, en donde con mentiras flagrantes recogieron 500,000 firmas y convocaron a marchas el lunes 9, que fueron más o menos copiosas, buscando que ese país le diga no a una billonaria inversión china en mega granjas porcícolas. La razón: evitar otras pandemias donde no se han originado.
En Colombia, el martes 10, el Cabildo de Bogotá, la capital y la ciudad más populosa del país con casi 9 millones de habitantes, expidió su declaratoria contra el cambio climático en la que propone un ‘Día sin Carne’. Mala broma para una sociedad acosada por desempleo, recesión económica y hambre; más si tenemos en cuenta que ganadería y cambio climático no tienen vínculo probado, como el de los combustibles fósiles.
El miércoles 11 fue el turno de los nefastos titulares de supuestos reportajes de periodismo científico. Esta vez fueron las granjas avícolas las villanas de la historia. Medios mexicanos y de cobertura mundial como RT (Russia Today) le dieron cabida a un informe firmado por supuestos científicos y respaldado por una organización animalista que se ensaña “con los pollos baratos de los supermercados” por ser —adivinen no más— potenciales generadores de virus pandémicos.
Ahora cerremos con el jueves 12. En España se promociona un certamen académico para médicos neumólogos con un gancho vulgar, el título de una de las casi 20 conferencias en los tres días del mencionado congreso: “Repercusión de las granjas industriales porcinas en el medioambiente y en la salud”.
Entre tanto, los agroempresarios dedicados a proveer al mundo de proteína animal de calidad al mejor precio posible siguen con su labor cotidiana y mucho más. Avicultores y otros emprendedores de la agroindustria en Centroamérica, por iniciativa propia y sin esperar liderazgos gubernamentales, se organizaron rápidamente para poner en movimiento sus unidades productivas y al mismo tiempo entregar ayudas a los más golpeados por Eta.
Solo por mencionar tres ejemplos, Cargill Honduras está donando productos de sus marcas Pollos Norteño y Embutidos Delicia. Pollo Campero ha regalado miles de comidas calientes en albergues guatemaltecos. Grupo del Granjero y su firma aliada Disatyr han entregado a campesinos nicaragüenses cinco toneladas de concentrado para aves, cerdos y caballos, así como productos veterinarios como sueros oral y parenteral, antibióticos, analgésicos, antiinflamatorios, desparasitantes y antisépticos, con el fin de que recuperen sus animales sobrevivientes, la base de su sustento y autonomía.
No sale nada de eso en los titulares noticiosos ni los aplaudirán en marchas de multitudes. Sin embargo, ahí están, siempre han estado y deben seguir estando por el bien de este mundo ingrato.