Este 8 de noviembre asumirá Luis Arce como presidente de Bolivia. El empresariado agropecuario, incluido el avícola, está expectante ante la posibilidad de que sean reversadas recientes medidas que apuntan a mejorar su competitividad.
Bolivia es, junto a Brasil, Argentina y Paraguay, uno de los pocos países hispanoamericanos autosuficientes en cereales y oleaginosas, principalmente en los dos mayores insumos para la avicultura comercial: el maíz amarillo duro y la soya. Y lo es hoy solamente sembrando el 20% de las tierras habilitadas para tal fin.
Pese a lo anterior, Bolivia está lejos de que su sector pecuario sea un competidor internacional, con una oferta exportadora interesante. Esto sucede porque, si bien sus avícolas y porcícolas consumen apenas un 30% de las cosechas nacionales, compran estos granos a precios más altos que los del promedio mundial.
Debido a que por mandato constitucional no se permite el uso de organismos genéticamente modificados (OGM) o transgénicos en los cultivos, la soya y el maíz boliviano registra rendimientos de apenas una tercera y hasta cuarta parte de los observados en sus vecinos, que por lo mismo no solo exportan granos, también carnes de animales levantados con ellos.
El gobierno transitorio de Jeanine Añez había permitido este año las primeras pruebas con semillas transgénicas de maíz y soya, además de otros productos como el algodón y la caña de azúcar, respondiendo a una vieja aspiración de los productores agropecuarios de Santa Cruz y Cochabamba, los departamentos que conforman la despensa alimentaria del país.
Con la inminente llegada de Luis Arce al poder, líder perteneciente a la misma corriente política que promulgó la prohibición constitucional a los transgénicos, es probable que la decisión del gobierno saliente se revierta. Se dice que es un tema que se está negociando en la transición. Cualquier cosa puede pasar y se sabrá desde la semana entrante.
Los avicultores bolivianos esperan que este avance no se frene con el cambio de gobierno, pues granos más baratos es casi lo único les estaría faltando. Ahora están cerrando el quinto año de su ambicioso programa de erradicación de Newcastle, con tres vigencias seguidas sin ningún brote. Se da como un hecho que en mayo entrante la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) declarará al país como libre de este mal.
El corredor acuático del Paraguay-Paraná, por donde ya se exporta la soya boliviana, serviría para sacar al mundo el pollo boliviano, cuando no los puertos habilitados por Perú y Chile en el golfo de Arica, en el Pacífico. Los protocolos con mercados como Rusia y China están avanzados; del país europeo ya han recibido delegaciones de sus autoridades sanitarias para evaluar granjas y frigoríficos.
Se veía tan cerca… esperemos que no se aleje todo otra vez por culpa de malas decisiones políticas, sin asidero científico alguno.