Las industrias avícola y alimentaria y el sector horeca han buscado nuevas alternativas durante y tras la pandemia.
Sí, se nos han dicho enormidades de la famosa “nueva normalidad”, pero así como hay cosas negativas, también las hay positivas. Ante la frustración y el temor de que se afecten los negocios, la mente empezó a girar para encontrar soluciones. He aquí algunos ejemplos:
Apps de comida a domicilio
Aunque ya existía el sector de entrega de comida a domicilio o delivery así como el de llevar a casa (take away), estos experimentaron crecimientos sin precedentes. El crecimiento no solo es de McDonald’s o Burger King, a la cabeza en este sector, sino de incluso el restaurante de la esquina. Por ejemplo, en México la Asociación Mexicana de Venta Online dice que en el confinamiento cinco de cada 10 consumidores decidieron comprar en línea (40% eran de comida) para evitar salir de casa.
Los repartidores en bici y moto, con sus cajas a la espalda, son ya parte del paisaje urbano. Una de estas empresas, Didi Food, mostró crecimientos del 75% semana a semana de registro de restaurantes en la plataforma. Pero también se subieron al tren UberEats o Rappi, así como Glovo y JustEat, según el país.
Comida rápida
El consumo de este tipo de comida no se limita a las apps mencionadas en el punto anterior. En Panamá, por ejemplo, McDonald’s abrió puestos en el exterior de los restaurantes para pasar a recoger la comida a pie, sin necesidad de automóvil. Mientras tanto, en países centroamericanos como Guatemala, Costa Rica y El Salvador, las ventas de comida rápida registraron repuntes en esta crisis.
Nuevos productos
Al enfrentarse de repente a excesos de producción, las empresas avícolas han tenido que buscar maneras de brindarle valor al pollo. Por ejemplo, en Perú surgió la idea temporal de enlatar el pollo y, ante la imposibilidad de que los peruanos pudieran salir a comer su plato bandera, el pollo a la brasa, surgió el pollo Sazón Brasa de San Fernando para poder disfrutarlo en casa. Aunque seguro que en Perú prefieren comerse el pollo a la brasa en un restaurante —como yo unos taquitos al pastor en una taquería—, es una buena opción poder comerlo en casa.
Solo me resta expresar una preocupación: bolsas, cajas, tapas, embalajes, o sea, la cantidad de basura extra que se genera con todo esto, después de llevar años intentando reducirla.
¿Ustedes qué piensan?