¿Es posible llegar a un punto medio en asuntos relacionados a la libertad de comercio y el comercio justo?
Hace unas semanas se celebró el Congreso Nacional Avícola de Panamá, un congreso que quizá pocos sepan de él porque su avicultura es pequeña, pero que ya celebró su 29ª edición y cuyo contenido está enfocado en el avicultor y todos aquellos que laboran en la industria avícola. No es por casualidad que procuran que coincida con el día del avicultor.
Panamá es un país pequeño, famoso más que nada por su canal. Es un país que produjo 108 millones de pollos y 698 millones de huevos en 2017, pero que importó 12,324 toneladas de pollo de Estados Unidos.
Este país cuenta, además, con al menos tres grandes empresas avícolas completamente integradas, cuya tradición es de larga data. La integración llega hasta los restaurantes de comida rápida a base de pollo, algo que muchas otras grandes empresas latinoamericanas ni siquiera se han acercado a hacer.
No obstante, el runrún de este congreso panameño fue sobre el comercio justo, sobre las exigencias que los avicultores istmeños piden a sus autoridades y, por ende, a importadores y exportadores. ¿Qué es lo que buscan? Que se use la misma vara para medir a todos, que se apliquen las mismas exigencias a productores e importadores.
Todos sabemos que el dinero es el dinero. Pero quizá debería de haber un cierto control para que todos disfruten sus rendimientos. Y no solo hablo del caso panameño. Es igual en todos lados. Aquí la cuestión es el pequeño tamaño de su industria, pero recordemos que también las industrias avícolas de países más grandes se han visto afectadas por presiones de comercio internacional injusto.
Estoy de acuerdo con el libre comercio y la libre empresa, pero ¿hasta donde llega la libertad sin que se afecte la de otros? ¿Qué pasa con la seguridad alimentaria (que no la inocuidad) de un país? ¿Hay algún punto medio? ¿Hay ética?
¿Ustedes qué piensan?