Estados Unidos y México empiezan una guerra que esperemos que no dure mucho: la comercial. ¿Llegará a impactar a la avicultura?
Comenzó lo que nadie quería: la guerra comercial, al menos nadie de este lado del río Bravo, porque del otro lado parece que sí. Como respuesta a los aranceles en el acero y aluminio, el gobierno mexicano ha decidido imponer otros tantos a varios productos estadounidenses.
Para muchos, una respuesta tibia, o quizás hasta tímida, muy tímida, ya que, por ejemplo, México “castigó” con aranceles en arándanos (¿cuántos arándanos comeremos los mexicanos?) y el whisky bourbon (a lo mejor de esto sí consumimos más, pero dudo que más que el tequila).
Hay quienes piden aranceles en el maíz, que por el momento no creo que sea una buena idea. Se necesita de una estrategia. Ojo: ayer el periódico Reforma publicó que, en 2016, México importó 54,500 toneladas de maíz de Brasil. Para 2017, esta cifra aumentó a 583,200, y en el primer trimestre de 2018, ya van 107,000 toneladas.
Sin embargo, sí hubo un producto de nuestro sector que nos puede interesar: la carne de cerdo con un 20 por ciento de aranceles, además de un cupo libre de arancel de 350,000 toneladas de patas y paletas que no sean de Estados Unidos, que vence el 31 de diciembre de este año. Ya el National Pork Producers Council (NPPC) pegó el grito al cielo. Seguro que esta semana en la World Pork Expo este asunto ha de haber sido parte de la comidilla.
En 2017, México importó 650,000 toneladas de piernas y paletas de cerdo y 517,000 toneladas de pollo, la mayoría de Estados Unidos. ¡Claro! Muchos dirán: ahí está Brasil, Argentina o Chile. Casualmente, los tres al final del continente.
Quizás por la sobada seguridad alimentaria no muevan nada del asunto, pero uno se pregunta: ¿valdrá la pena todo esto? No olvidemos a la ley de la oferta y la demanda, y al consumidor (y ni qué decir de los puestos de trabajo perdidos en el norte). Esto va a todos los interesados. ¿Ustedes qué piensan?