Es de todos conocido que hasta hace relativamente pocos años, las alitas de pollo valían casi nada. Según cuenta la historia − o la leyenda − las buffalo wings se originaron en la ciudad de Búfalo, Nueva York, en los Estados Unidos. Hoy en día hay muchas recetas y formas de prepararlas y hasta restaurantes especializados en alitas. Incluso, cabe mencionar que hace unos días (el 29 de julio) fue el día nacional de las alitas de pollo en EUA.
Lo que traigo a colación aquí es cómo de la nada, surgió un producto avícola de altísimo valor. Pues resulta que, en el sur, en Brasil, hay otro “subproducto” del pollo que los brasileños adoran y que consumen tanto, que ni siquiera lo exportan porque se lo comen todo: el corazón.
De acuerdo con el periódico brasileño Gazeta do Povo, el apetito del mercado interno del corazón del pollo no deja nada para los demás: ¡se comieron el año pasado más de 5 mil millones de corazones!
Al parecer, es lo único del pollo que no exportan, pero además porque nadie tiene interés en comprarlos. En cambio, de otras vísceras sí lo hay, como las mollejas cortadas en cuatro que se venden a Japón o el hígado, que se exporta un 30 por ciento de la producción y un 40 por ciento que se usa en los alimentos de animales de compañía. Sólo como ejemplo, el corazón puede llegar a valer casi tres veces más en el mercado interno que la molleja que se exporta a Japón.
He aquí algunos datos interesantes que publican en el mencionado diario: se necesitan de 85 a 100 aves para un kilogramos, cantidad suficiente para formar tres “espadas” del rodizio, tan comunes en las churrasquerías brasileñas. Se pueden preparar con vino blanco, sal y salsa, o marinar en cerveza.
Parece increíble, pero una víscera como el corazón muestra, una vez más, cómo hay valor agregado en lo inimaginable. Quizás la solución no esté en la carne de pechuga. ¿Ustedes qué opinan?
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