Lo que está sucediendo en estas épocas en cuanto al “bienestar y al maltrato de los animales de producción” todo entrecomillado a propósito, no deja de sorprenderme cada día, porque, ¿dónde queda el bienestar humano?
La semana pasada, en el periódico español El País, publicaron una nota sobre cómo un grupo de defensa enseña la vida y muerte de los animales de producción, llámense pollos o cerdos, con una tecnología ya conocida: la realidad virtual.
Este grupo muestra una forma “en el que el espectador tiene la sensación de estar dentro de la escena”, en la que se “cuenta la vida y muerte de los pollos criados en granjas industriales”. En él, se ve uno “rodeado de infinidad de otros [animales] como tú, que llaman desesperados a sus madres, a las que nunca conocerán”. Apelando a lo más barato de la sensiblería y otorgando un nivel de “humanidad” a algo que, hasta ahora, nadie ha medido, pretenden “impactar a la gente a través de una experiencia más real”.
El otro aspecto es que, aunque reconocen que cada vez es más difícil tener acceso al “hermético mundo de la ganadería”, lograron, valiéndose de engaños, ganarse la confianza de productores que les permitieron grabar en los mataderos, sin saber que eran activistas de este grupo. Una manera muy poca ética de quienes buscan culpables.
Finalmente, la nota contiene un video con una de las activistas que mira azorada con el visor de realidad virtual la espeluznante tarea que hacemos de producir proteína animal (aunque realmente no sé qué es lo que ve), y llora desconsolada con un “¡esto no puede ser!” Ojalá llorara así por una realidad, que no es virtual, como los civiles atrapados en Aleppo, Siria, o los niños miserables de las favelas brasileñas, los que, dicho sea de paso, desearían poder comer un huevo o un muslo de pollo.
¿Por qué no hacen un video de realidad virtual, con unos sensores colocados en el abdomen, de un niño muerto de hambre por la sequía en Somalia, rodeado de otros como él, para sentir qué es tener hambre crónica? ¿Ustedes qué opinan?