Ante anuncios de tantas empresas de Latinoamérica – Bimbo, Alsea, Toks, Compass Group, RBI, CMR – que cambiarán su suministro de huevos a los producidos por gallinas libres de jaulas, me pregunto: ¿de dónde saldrá tanto huevo producido por gallinas sin jaulas, sobre todo en México? Hoy por hoy, no hay de dónde surtirse de huevos cage-free.
Me parece que tanto los activistas, como las empresas que se surten de huevo no han analizado dicho suministro hacia atrás en la cadena desde varios ángulos. ¿Han pensado qué se necesita para que una gallina produzca lo que hoy produce en un ambiente completamente diferente? No.
Vayamos ahora a los avicultores: ¿están dispuestos a invertir en los nuevos sistemas de producción libres de jaula? Hasta ahora, no se ha sabido públicamente si las grandes empresas vayan a hacerlo o no, o qué planes tienen al respecto. Para aquellos que no lo saben, México cuenta con empresas que tienen tantos millones de gallinas, como los puede tener un país completo. Va a costar mucho dinero y esfuerzo reconvertir, aunque sea una parte de estos sistemas de producción.
Está por otro lado, la escasa disposición de las autoridades a reglamentar esto. Nadie sabe a ciencia cierta a qué nos referimos con “gallinas libres de jaulas”. ¿Estamos hablando de jaulas enriquecidas? Muchos consumidores piensan que las gallinas deambularán libres por el campo y lo que es peor: que esto no tiene implicaciones en la salud aviar, en la inocuidad del huevo, en el costo de producción y en el costo en los anaqueles del supermercado y otros puntos de venta.
Parte de la responsabilidad de este cambio es que la industria rompa el silencio en el que se encuentra. Que haga saber qué es lo que hace y que ventajas hay en el producto que hoy produce y entrega al consumidor.
Los activistas están haciendo un buen trabajo. En Latinoamérica, se enfocan en México, porque saben del mercado mexicano, de la enrome cantidad de gallinas que tiene en producción (152 millones) y del impacto potencial que tendrán en un país con 120 millones de personas que consumen 120 millones de huevos al día.
Pongo en tela de juicio la efectividad de estas campañas o de hasta dónde lleguen. ¿Se quedará en el mercado de los restaurantes? ¿Aguantará el consumidor desayunar unos clásicos huevos rancheros que le cuesten, digamos, el doble en un restaurante? O lo que es peor ¿querrá comprarlos en el súper a un mayor precio? Como he dicho antes, ya el mercado dirá. ¿Usted qué opina?