El análisis mineral del agua y el potencial de las zeolitas como complemento nutricional, podrían hacer parte de una solución integral, rentable y ambientalmente responsable para la disposición final de la gallinaza.
El ingeniero químico colombiano Óscar Arturo Naranjo es un reconocido asesor de la avicultura en ese país para temas ambientales, en especial, los referidos a lograr un suministro confiable y permanente de agua de calidad para la hidratación de pollos de engorde y gallinas ponedoras. Esta labor la desempeña desde hace 30 años a través de la firma Ingeaguas, asentada en Medellín, capital del departamento de Antioquia, una de las tres principales regiones avícolas colombianas.
Entre las preocupaciones más recurrentes en las granjas avícolas intensivas está el destino de las casi cinco millones de toneladas de gallinaza anuales que puede generar un solo complejo de este tipo.
“Esos desechos están acarreando conflictos con los vecinos por los malos olores, la proliferación de plagas, roces con las autoridades ambientales, cosas que amenazan la actividad. Hoy es un problema para muchos, pero puede ser una fuente importante de recursos; yo creo que bien manejada podría hasta dejar más plata que los huevos”, aseguró Naranjo a Industria Avícola.
Para el experto, primero se debe hacer todo lo posible para que las deyecciones de las aves sean, “Las necesarias para que la salud del animal ni su rendimiento se vean comprometidos, pero tampoco tantas que se puedan desbordar en su manejo”, agregando que también es importante controlar la calidad de las mismas, sobre todo en su contenido de amonio (NH4), “El compuesto que es considerado el principal causante de los malos olores y de la atracción de vectores como moscas, cucarachas y roedores”.
Minerales en el agua
Naranjo empezó señalando la pertinencia de realizar una vigilancia química del agua que se le da a beber a las aves, en especial, midiendo la presencia de nitritos, nitratos, sulfatos y magnesio. En cuanto a los nitratos y nitritos, afirmó que, “Pueden ocasionar serios problemas de salud a los animales, pues su presencia disminuye la capacidad de transporte de oxígeno en la sangre. La hemoglobina reacciona con los nitritos y forma meta-hemoglobina, perdiendo su capacidad para transportar el oxígeno. Los animales presentan cianosis, diarreas, retrasos del crecimiento e incoordinación de movimientos, y finalmente la muerte”.
Citó estudios recientes que han demostrado que niveles entre 3 y 20 miligramo por litro pueden afectar, “El desarrollo y crecimiento normal de los pollos de engorde; por encima de 20 mg/l repercuten negativamente en la ganancia media diaria, en el índice de conversión alimenticia y en la velocidad de crecimiento. Por su parte, los nitritos a dosis más bajas son mucho más tóxicos que los nitratos, de tal manera que dosis de 1 mg/l pueden resultar tóxicas para las aves".
Referido a los sulfatos, expuso que, “Es posiblemente uno de los principales responsables de la mala calidad del agua en las explotaciones animales. No son bien tolerados por las aves, provocando diarreas y retrasos en el crecimiento. Los niveles medios recomendables se sitúan en torno a los 125 mg/l. Cifras de 50 mg/l pueden resultar perjudiciales si se combinan con valores de magnesio o sodio superiores a 50 mg/l”.
Sobre el magnesio en el agua indicó que, “Como tal, rara vez ocasiona problemas en las aves. Cuando se combina con el ión sulfato para formar el sulfato de magnesio, puede ocasionar enormes diarreas en los animales. Valores medios de 14 mg/l serían los ideales. Investigaciones recientes apuntan que concentraciones de 50 a 100 mg/l de magnesio, por sí solas, no afectan al crecimiento de los pollos. Valores cercanos a 50 mg/l sí que pueden retrasar el desarrollo, si se combinan con niveles de sulfatos superiores a 50 mg/l”.
Llama también la atención sobre el efecto de compuestos de hierro y manganeso diluidos en el agua, sobre todo para el manejo eficiente del líquido.
“El hierro presente en las aguas subterráneas está en forma soluble. Cuando el agua aflora a la superficie y entra en contacto con el oxígeno, el hierro se precipita, pudiendo bloquear el sistema de conducción de agua o los propios bebederos", dijo Naranjo. "El manganeso, al igual que el hierro, se encuentra en forma soluble en las aguas subterráneas y solamente se precipita cuando entra en contacto con el aire.
"Además, un exceso en el agua de estos elementos puede modificar su sabor, al igual que el cobre, lo que afecta la palatividad para el ave, que preferirá no tomarla”.
“Zeolitas son el futuro”
Si el equilibrio mineral del agua es el adecuado, se controla el número y frecuencia de las deyecciones, a partir de lo cual, para Naranjo, “El paso a seguir es tratar de reducir lo más posible la generación al medio ambiente de compuestos como el amonio y para eso creo que lo mejor son las zeolitas, algo que se conoce desde hace mucho, pero que inexplicablemente no estamos aprovechando en la avicultura colombiana”.
Las zeolitas son aluminosilicatos de origen natural, formados por actividad volcánica, que de tiempo atrás se reconocen como agentes con gran potencial para la actividad agrícola, pues pueden contribuir a la fertilización de la tierra, la purificación del agua y la mejor digestión de animales de granja, desde aves hasta bovinos, equinos y porcinos.
“Hay estudios en Japón de 1965 que demuestran su eficiencia con aumento en el peso de las aves en 16 por ciento, a diferencia de las que fueron alimentadas con dieta normal. También se demostró que los excrementos son menos olorosos por la absorción del amonio por parte de la zeolita y fue evidente la reducción de enfermedades intestinales”.
Naranjo viene investigando este compuesto y aseguró que ya lo ha probado con éxito en algunos de sus clientes porcicultores y avicultores.
“Es el mineral del futuro por sus grandes ventajas, también se puede usar en ganado y caballos para evitar cólicos causados por el exceso de gases; sirven para asimilar micotoxinas en caso de intoxicación. Hasta para generar combustible de hidrógeno, como sistema de almacenamiento”, comentó, añadiendo que, “Estamos perfeccionado un método único en el país para ‘cargar’ las zeolitas y utilizarlas como complemento nutricional y hasta para purificar el agua en las fincas. Es algo que tiene toda la viabilidad”.
Finalmente, el ingeniero químico resaltó que, “Una gallinaza producida por aves a las que se les suministra zeolitas puede comercializarse a un mejor precio, debido a que no solamente será menos olorosa: también será más eficiente como fertilizante, ya que las zeolitas, además de atrapar el amonio y otros compuestos de nitrógeno necesarios para la agricultura y que están contenidos en los excrementos, pueden soltarlos de forma gradual en los suelos para un beneficio más eficiente y residual”.