Exportaciones, agronegocios internacionales, industria de la carne y oportunidades para Latinoamérica

Análisis de datos demográficos, consumo de carne y sustentabilidad para llevarnos de la mano hacia la competitividad y eficiencia de la producción y exportación avícolas.

El agronegocio mundial está sujeto a la acción de un conjunto de múltiples fuerzas que, a lo largo de los próximos 20 o 30 años lo van a influenciar de forma significativa, según un reciente estudio realizado por el Rabobank, de Holanda. La dinámica de la población mundial (crecimiento, envejecimiento, ingresos y urbanización), la disponibilidad de recursos naturales, la sustentabilidad de las cadenas productivas, la seguridad alimentaria y la trazabilidad de los procesos, y la globalización y el libre comercio son los agentes que interrelacionados en distintos momentos van determinar nuevos rumbos para la producción y demanda de los productos agrícolas, de forma general, y de la carne de pollo de forma específica.

Cambios en la población 

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En las siguientes 2 o 3 décadas, la población mundial deberá pasar de los actuales 6,300 millones de personas a cerca de 9,500 millones de personas. Según los datos del US Census Bureau, el crecimiento se observará de forma más importante, y en este orden, en Asia, India, África y China. En los países desarrollados que componen la OECD, en los de la Europa Oriental y en los que componen la Comunidad de Estados Independientes, el crecimiento será significativamente menor. De igual modo cambiará, y de forma igualmente heterogénea, el perfil de edad de esta población. Las poblaciones de mayor edad promedio estarán concentradas, en orden decreciente, en la Unión Europea, Norte América y Oceanía, mientras que las de menor edad promedio estarán distribuidas, en orden decreciente, en Asia, Suramérica y África. Impulsada por fuerzas económicas y sociales, la población mundial que era cerca de 1/3 urbana y 2/3 rural, en 1950, mostró en 2010 una inversión en las proporciones de rural y urbana. Esta situación es irreversible y se acentuará aún más en las próximas décadas (gráfica 1).

Crecimiento de la economía 

Del lado económico, los pronósticos para las siguientes décadas son muy halagüeños, pues el mundo será más rico. China e India, experimentarán en los próximos años una tasa de crecimiento promedio de su PIB cercana al 8.0%. Igualmente importante, aunque menores, serán las tasas de crecimiento de las economías de Latinoamérica, Medio Oriente, México y Corea, cercanas al 3.5%, mientras que las economías más maduras, como EUA y Canadá, tendrán crecimientos más modestos del 2.5% y la UE de 1.36%. El crecimiento de los ingresos per cápita de la población será más significativo en los países en desarrollo, cerca del 5.5%, superior al esperado de los países desarrollados, apenas arriba del 2%, y casi el doble del promedio mundial, cercano al 3.5%. Como reflejo inmediato de este crecimiento económico, habrá una reducción en la población que vive con menos de US$1 al día y con ello un incremento potencial en el consumo de carne. Este grupo que era 1,269 millones de personas en los países en desarrollo, equivalente al 32% de la población en 1990, deberá bajar para 2015 a 749 millones de personas, equivalente a 13.2% de la población. Desafortunadamente, esta reducción no será lineal y simétrica en este período: en el sur de Asia este grupo que sumaba 495 millones de personas (44% de la población) pasará a 279 millones, o sea, el 16.7%. En el este de Asia, de 452 millones (27.6%) pasará a 59 millones (2.8%) y en Latinoamérica, de 74 millones (16.8%), pasará a 60 millones (9.7%). No obstante, en África, de 242 millones (47.7%) pasará a 395 millones (39.3%).

Cambios en la dieta 

Aunque asimétrica, la bonanza económica vendrá con fuerza suficiente como para cambiar la dieta promedio de la población mundial. Según información de la FAO, en 1964-66 el aporte calórico diario estaba de la orden de tan solo 2,000 kcal/per cápita, mientras que para el 2030, el pronóstico es que llegue a casi 3,000 kcal. El cambio en la dieta promedio de la población mundial, responsable del incremento significativo en el aporte calórico diario, tiene y seguirá teniendo, un impacto importante en la demanda por los productos agrícolas, sobre todo en los países en desarrollo.

De acuerdo con la FAO, el consumo de leche y de productos lácteos experimentó un importante crecimiento, de tal manera que pasó de 28 kg per capita al año en 1964-66, a 45 kg per cápita en el bienio 1997-99, y debiendo llegar a 66 kg hacia 2030. En el mismo período, el consumo de carne en los países en desarrollo que era de 10 kg per cápita al año en 1964-66, pasó a 26 kg per cápita al año en 1997-99, y llegará a los 37 kg per cápita hacia 2030. La región de mayor demanda será Asia, debido a su inmensa población. En esto contexto, el consumo promedio anual de carne de pollo sale de una posición marginal respecto a la carne de res y cerdo que tenía en 1964-66, para asumir una posición protagonista junto al cerdo en 2030. Esto escenario señala de manera inequívoca, las perspectivas que se abren para la industria de la carne, de manera general, y para la de la carne de pollo en particular, que por sus características posee ventajas competitivas únicas respecto a las otras carnes: no sufre ninguna restricción religiosa, es carne nutritiva y saludable, es relativamente, la carne más barata, y posee propiedades funcionales excepcionales que permite crear un sinfín de productos.

Exportaciones de productos avícolas 

La creciente demanda de proteína animal impulsará en los próximos años el comercio internacional de carnes entre las regiones productoras y los mercados, y necesitará estar respaldado, como es lógico, por una mayor oferta de productos. La atención a la mayor oferta futura estará en manos de los países en desarrollo, puesto que se pronostica que su participación en la producción mundial de carnes del 52% en 1998, subirá a más de 64% para 2017. En este grupo la capacidad productiva no estará, una vez más, distribuida de una forma uniforme, sino que estará en manos de una pequeña elite de países. Estos países serán aquellos que reúnen, de manera particular y especial, la casi totalidad de los recursos necesarios para el éxito del agronegocio: clima, mano de obra preparada y competitiva, disponibilidad de tierras cultivables y sobre todo, agua, mucha agua.

Uso de recursos 

Latinoamérica y el Caribe actualmente usan 203 millones de hectáreas de los 1,066 millones de hectáreas de tierras cultivables disponibles para la producción agrícola no irrigada, equivalente a solo el 19% de su total. Esta área es equivalente a la del África subsahariana, que actualmente usa 228 millones de hectáreas de sus 1,031 millones, equivalente al 22.11% de las tierras cultivables. En Asia oriental, la proporción es de 232 millones de hectáreas del total de 366 millones disponibles, el 63.38%. En el sur de Asia, son 207 de 220, o 94.09% de las tierras, mientras que en Medio Oriente y Norte de África la proporción es de 86 en 99, u 86.86%. En los países desarrollados, la proporción es de 387 millones de hectáreas, del total de 874 millones de hectáreas de tierras disponibles, o sea, el 44.28% del total. Llama la atención, que a pesar de su inmensa disponibilidad de tierras, la productividad agrícola en la Latinoamérica y el Caribe es ligeramente superior a la mitad del promedio de los países de sur de Asia, del promedio de los países en desarrollo y del promedio mundial, basando el crecimiento de la capacidad productiva en el aumento del área sembrada.

El agua: recurso básico 

No obstante, no es suficiente solo la disponibilidad de tierras cultivables para asegurar la producción agrícola y a partir de allí, garantizar la autosuficiencia en pastos y granos, fundamentales para sostener y darle competitividad a las cadenas de producción de carnes. Es necesario de más cosas, se necesita de agua, mucha agua, pues para producir un kilogramo de carne se requieren en toda la cadena de 15,500 litros de agua si es carne de res, 4,800 litros si es de cerdo y 3,300 litros si es de pollo (gráfica 2). En esto, Latinoamérica y el Caribe se encuentran en una delantera inalcanzable en comparación con otras regiones en desarrollo de la Tierra: son 14,000 km3 de reservas y un uso mínimo comparado a esta disponibilidad. Por lo tanto, el agua no será una limitante en el futuro para el crecimiento de la producción agrícola en la región. En segundo lugar en disponibilidad de agua viene Asia oriental con 10,000 km3 para un consumo que es el triple del de Latinoamérica y el Caribe. En esta secuencia, viene después el sur de Asia, con poco más de 4,500 km3 de reservas y un uso que es el doble del Asia oriental; el África subsahariana, con 3,000 km3 y un uso incipiente, y al final el Medio Oriente y Norte de África, con reservas que apenas se acercan a los 2,000 km3 y un uso similar al de Latinoamérica y el Caribe.

Eficiencia avícola y mercados internacionales 

La eficiencia en la producción de carnes en general, y de la avícola específicamente, y su capacidad de competir en los mercados internacionales depende mucho de su estructura productiva. Tienen un papel fundamental la disponibilidad de una genética adecuada y sobre todo, el manejo adecuado de esta, a fin de extraer todo su potencial al menor costo posible. Igualmente estratégica es la sanidad animal, una preocupación que debe ser no solamente de las empresas, sino de los gobiernos nacionales, única manera de permitir el acceso de la producción nacional a los mercados internacionales.

Igualmente importante y sinérgico en el aseguramiento de la competitividad del negocio es cuidar el procesamiento. La asimetría entre los países de la región en cuanto a la disponibilidad, calificación y costo del capital humano, aún fuertemente presentes en las empresas, determinará el nivel de automatización de las plantas. Independiente de esto, el capital humano seguirá siendo clave para el resultado global del procesamiento por su responsabilidad directa con la calidad, rendimiento y costos. Por consiguiente, invertir en programas para su continua capacitación y actualización es una decisión estratégica de las empresas.

Hacia el futuro 

El horizonte, aunque prometedor, trae un cielo algunas veces cargado de nubes de incertidumbre, a saber, el proteccionismo. Esta es una práctica dañina para el comercio mundial y para la economía de los países que dependen de ello para su crecimiento económico, quienes a pesar de la capacidad productiva y competitividad, encuentran serias dificultades para hacer llegar sus productos a la mesa del consumidor de los países más desarrollados. Esta situación no es diferente con la carne de pollo y la dimensión del problema está demostrada por la reciente noticia en la prensa brasileña de: “El Parlamento Europeo aprobó un conjunto de ‘normas fundamentales’ para el comercio de la UE y LA. Con 414 votos a favor, 76 en contra y 23 abstenciones, el Parlamento exige reglas ambientales para luchar contra el cambio climático, deforestación y emisión de gases de efecto invernadero, además de la trazabilidad e inocuidad alimentaria de los productos importados en el ámbito de acuerdos comerciales, además de otras medidas. Para el Mercosur se exigirá un estudio previo del impacto de importaciones de carnes de Brasil y Argentina. Esto es necesario ‘frente a la previsión del aumento del 70% en las importaciones de carne vacuna y del 25% de carne de aves de la UE a un costo menor, pues se producen con estándares sanitarios, ambientales y sociales menos elevados’. Para los diputados, las importaciones de alimentos solamente deben ser autorizadas si se producen ‘de acuerdo con las normas europeas de protección al consumidor, al ambiente y bienestar social'”. 

Enfoque hacia Asia 

Todavía, a pesar de dichas dificultades, la carne seguirá siendo un commodity con rápido crecimiento de consumo y cuyo potencial en los países en desarrollo es muy alto. Es un escenario prometedor en el que la carne de pollo disfruta de una posición privilegiada frente a las otras carnes.

Los cambios en las estructuras de producción en los países en desarrollo afectarán los mercados en cuanto a la competencia y capacidad de penetración. A mediano y largo plazo, la importancia relativa de los mercados cambiará en función al perfil de la población, de los niveles de consumo y del aumento del ingreso y del consumo por parte de los países emergentes. Esto significa que los países desarrollados tendrán su importancia relativa reducida en el consumo mundial de carnes, abriendo espacio para el crecimiento de la importancia relativa del consumo en los países en desarrollo. En este nuevo escenario, Asia mucho más que África, se convertirá en el gran centro de consumo mundial de proteína animal, lo que determinará un abordaje distinto al actual en cuanto al tipo de producto, precios, rentabilidad, producción, logística, etc., a manera de poder adecuar las características de la oferta a las particularidades globales de la demanda.

Las preocupaciones con el medio ambiente, bienestar y sanidad animales afectarán el crecimiento productivo en todos los países, así como el comercio internacional de carnes que crecerá en proporción a la producción. Aunque el futuro y el mercado internacional son muy prometedores, las incertidumbres son muchas.

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